Si hay que definir en pocas palabras al Toyota GT86, hay que decir que es un coche muy divertido. Tiene unos planteamientos mecánicos clásicos, con tracción trasera y con un autoblocante Torsen en ese eje, y por un precio muy razonable permite una diversión al volante superior a la de deportivos de muchos más caballos y por supuesto precio.
Hace unas semanas tuve la ocasión de conducir por primera vez el Subaru BRZ, ahora le ha tocado el turno a su hermano gemelo, el Toyota GT86, dos modelos que comparten los mismos planteamientos mecánicos y estéticos. Por lo tanto las impresiones que me causó, muy gratas todas ellas, en su día el BRZ son aplicables al GT86, porque salvo diferencias muy pequeñas, como pueden ser unos reglajes sensiblemente más suaves en las suspensiones del Toyota, según dicen sus responsables técnicos. La verdad es que para comprobar si esto es así hace falta tener un banco de pruebas y medirlo en los dos coches o realizar la misma prueba con los dos vehículos. Algo que de momento no he podido hacer.
Lo bueno en esta ocasión, en la primera toma de contacto con el Toyota GT86, es que lo pude probar a fondo en un circuito cerrado, en el de Castellolí, en la provincia de Barcelona. Tanto en el circuito de la escuela de conducción, con tramos muy deslizantes, como en el trazado largo, un circuito precioso con unas subidas y bajadas muy pronunciadas. Este fue un escenario perfecto para poder probar con unos buenos márgenes de seguridad el coche con y sin ayudas electrónicas a la conducción. Primero en el circuito corto de la escuela pude dar varias vueltas con distinta configuración del control de estabilidad (VSC) y el de tracción (TRC). Las primeras fueron con todos los sistemas conectados, en esas circunstancias el coche no se desvía lo más mínimo de la trazada marcada por el volante, ni siquiera en las zonas más deslizantes que simulan hielo. Las siguientes vueltas fueron en modo Sport, es decir con el VSC desconectado y el TRC actuando, un modo en el que el coche obsequia con algunas derrapadas, pero muy controladas, ya que al perder motricidad las ruedas de atrás, recordamos que este coche es un tracción trasera, el control de tracción se encarga de que todo vuelva a su sitio. Por último, los giros finales fueron sin ningún tipo de ayuda. En estas condiciones, las derrapadas son mucho más largas y el conductor es quién debe tomar el control total del coche. Una vez bien cogido el tacto al acelerador, las derrapadas son controlables y la conducción es realmente divertida.
En el circuito largo, gracias al peso tan contenido del coche, que es de 1.239 kilos y al tamaño de las ruedas, que no son nada exageradas, son más bien justas: 215/45 R17, se le saca un buen partido a los 200 CV del motor bóxer. Las suspensiones hacen un buen trabajo y se puede ir muy deprisa con este coche. Una cosa muy buena de la amortiguación es que no es nada incomoda. Los frenos en una conducción en circuito se quedan un poco justos, pero en una utilización por carretera muestran un buen rendimiento. Algo que me gustó mucho fueron las reacciones del coche, que son siempre muy nobles y predecibles, aquí tiene mucho que ver su peso tan ajustado, que evita que haya muchas inercias. El Toyota GT86 está disponible con dos cajas de cambios, una manual y otra automática, ambas de seis marchas. Tras mi experiencia prefiero la manual, que es con la que mejor partido se le saca al motor y la que ofrece un tacto más deportivo. La automática, con unos desarrollos muy largos no se ajusta a la filosofía tan dinámica del coche.
Estéticamente, tal como sucede con el Subaru BRZ, es muy atractivo. Sus dimensiones compactas, mide 4,24 metros, le impiden tener un interior muy amplio. Se dispone delante de dos asientos muy cómodos, pero las plazas traseras son testimoniales y realmente poco utilizables. Algo que está muy bien resuelto es su maletero, que con una capacidad de 243 litros está muy bien para un coche de su clase. De su interior también hay que destacar su buena calidad de acabado y su completo equipamiento de serie. En España el Toyota GT86 estará disponible a partir de julio por 29.990 euros.
El GT86 le permite a Toyota volver a tener un modelo deportivo, algo que desde 2006, año en el que cesó la producción del Celica no tenía. La denominación GT86 tiene un significado muy especial para la marca japonesa. Las siglas GT rinden homenaje al mítico 2000GT, en el que se ha inspirado para el diseño de la carrocería y el número 86 se corresponde a la arquitectura tan cuadrada del motor con 86 mm de diámetro y 86 mm de carrera, además rinde tributo a un modelo que fue muy importante para la marca, el Corolla Levin AE86, un vehículo que no se comercializó en España, pero que tuvo un gran éxito en otras muchas partes del mundo. Otra curiosidad del GT86 es que esta no es la primera vez que Toyota ofrece un deportivo con motor bóxer y tracción trasera, ya lo hizo en 1962 con el Sport 800.
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